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Quienes me conocéis, sabéis que suelo asistir a todas las convenciones y eventos literarios que puedo. La mayoría de estos saraos tratan sobre la denominada «literatura de género», esa parcela minoritaria que es capaz de congregar a lo más granado del frikerío de entre los mundos de la fantasía, la ciencia ficción y el terror. En las charlas, es habitual debatir sobre las dificultades a las que se enfrenta el sector editorial y la casi imposibilidad de publicar dentro de este nicho tan reducido. Continuar leyendo